El pueblo más inmediato de la Ruta era Adrián, pueblo famoso en la Ruta 66 por suponer el punto intermedio de la misma. Un cartel conmemorativo recuerda a los viajeros que, tanto si quieren llegar a Los Angeles o a Chicago, le queda la nada despreciable cifra de 1.139 millas. Sorprendía ver lo que aún nos quedaba por recorrer, pero, a su vez, una sensación de cierta pena nos recorría el cuerpo: ya sólo quedaba la mitad del camino. Para nosotros era más, pues los zarpazos que le habíamos dado a la carretera agrandaban el camino, pero esa cifra tenía algo de informativa; el tiempo corría imparable.
Cruzada la frontera con Nuevo Mexico, el primer volantazo nos desviaba a la lejana aldea de Roswell, al sur del estado. No pertenece a la Ruta 66, pero se hizo famosa mundialmente a finales de los años 40 por un supuesto ovni que se estrelló en un granero a 75 millas de la localidad. Aunque el ejército y el gobierno admitieron que se trataba de un ovni, días después se ocultó la información, se cambiaron las pruebas y se informó a la población de que se trataba realmente de un globo meteorológico que se había caído. La gente que sabía la verdad murió o desapareció en extrañas circunstancias, y tal vez nunca se sepa la verdad de todo el asunto. Desde entonces el pueblo creció de forma imparable y hoy es una ciudad de más de 50.000 personas que 63 años después sigue viviendo en gran parte del rentable negocio del OVNI con marciano incluido, siendo su museo sobre la ufología y centro de investigación el centro más visitado del estado de Nuevo Mexico. Debe ser curioso vivir en una ciudad dedicada a los alienígenas, donde los columpios, buzones, farolas, letreros, murales y demás mobiliario urbano están decorados con motivos de vida interplanetaria. Original a la par que freak. La afición por el estudio de la vida en otros planetas nos llevó a visitar el museo, donde te cuentan paso a paso los siete días que cambiaron la historia de Roswell, así como restos del supuesto platillo volante, documentos de la época y testimonios que no han sido guardados bajo secreto de Estado (los menos importantes, obviamente).
Teníamos ganas de llegar a Madrid con suficiente luz, pero a la entrada del pueblo lucía un firmamento inmaculado, donde se diferenciaba sin problemas hasta la Vía Láctea. Un cielo de los que se añoran por el otro Madrid, el nuestro. El pueblo data de mediados del siglo XIX. A mediados del XX fue abandonado por completo, y en los años 70 fue repoblado por hippies, llenando las calles de color y rincones fotogénicos. Por desgracia, los pueblos aquí no son como en España, donde hasta la villa más marginal tiene alumbrado público en sus calles. Iluminados por una luna en cuarto y mitad creciente, teníamos que forzar la vista para llegar a ver con nitidez nuestro alrededor, y los bares de la zona no querían darnos de cenar alegando que habían cerrado la cocina a las nueve y media de la noche. Era posiblemente el pueblo más pequeño que habíamos visitado, y gracias a que atraía poco turismo se conservaba en un estado cuasi-virginal, siendo modificado únicamente por la mente abierta de los artistas que un buen día aceptaron la oferta de repoblar un pueblo fantasma.
El hambre empezaba a picar seriamente y aún nos encontrábamos bien alejados de Albuquerque, la ciudad donde habíamos pensado ver en concierto a Cindy Lauder en un casino y cenar, pero Cindy Lauper tocaba a las siete y los restaurantes iban a estar a punto de cenar si llegábamos a Albuquerque. Sorprendentemente, de en medio de la nada surgió una gasolinera y un restaurante llamado La Plaza, donde no sólo pudimos cenar de lujo, sino que asistimos a un concierto de una banda de folk en directo.
Ya era tarde para todo. El concierto de Cindy Lauper había terminado dos horas atrás, y aún nos encontrábamos a 125 millas de Gallup, donde queríamos hacer el alto en el camino antes de emprender mañana el camino a Four Corners. Por primera vez en el viaje no teníamos hotel reservado y nos lanzábamos a la aventura, y qué bien nos fue. Gracias a Charly y si guía localizamos el Hotel El Rancho, todo un símbolo de la 66 y uno de los hoteles más famosos de Estados Unidos. Fundado por una familia española, los Ortega, es uno de los edificios españoles más grandes de este país. En sus habitaciones se han alojado hasta tres generaciones de actores famosos de Hollywood mientras rodaban películas del Oeste en las llanuras de los alrededores, desde Ronald Reagan hasta Katherine Hepburn o Kirk Douglas. Nosotros nos alojamos en la habitación 300, donde en sus tiempos se alojó William Holden. Es sin duda el hotel más bonito en el que hayamos estado nunca, y todo por un precio de risa que haré bien en no decir, más que nada para no dar envidia. Mañana nos espera otro día de récord olímpico. Si queréis saber más, ya sabéis: Ruta66.tk
5 comentarios:
EXPEDIENTE X
¡¡¡Con esta acaba de pasar el contador por las 6.666 visitas, wowwwwwwwwwwwwwwwww!!!
Er cuñao
K tal zagales! Soy Salva. X fin puedo enviaros un mensaje. K tal x tierras yankees? No sabía k íbais a estar en Canadá! No dejeis d hacer fotos y no abandoneis el blog, k está supercurrao.
Un abrazo desde el otro lado del charco y a ver si puedo conektarme más veces a internet, k este cyber es muy caro.
P.D.: Jose, la lata d cola s llama Royal Crown Cola (RC Cola). Le daré saludos a Míriam d tu part xk kizá vamos a kedar un día d estos.
Hola chicos !! veo que os lo estais pasando muy bien !! Soy susana la prima del chusi !! primo te mando todas las fuerzas k necesites para seguir tu viaje ya que esto no se hace todos los dias !! las fiestas del pueblo han estado muy bien !! en dos horas es el concurso de porrones y subire al podio a la familia de blas jejeje !! me ha dado recuerdos toda la familia !! ESPERO QUE SIGAIS DESCUBRIENDO MAS MUNDO Y QUE CADA DIA SEA MEJOR QUE EL ANTERIOR . Un beso desde Valtiendas
hola bandarritas!! hoy seguro te acuerdas de las fiestas de valtiendas seguro que comemos mejor que tu un beso para todos y a seguir bien un beso para todos
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