Pasaporte a Dublín


Recuerdo cuando, allá en el verano de 2009 y en los primeros compases de nuestros preparativos, Charly y yo tuvimos que escoger quiénes serían los osados acompañantes que tendrían el privilegio de realizar esta mítica ruta con nosotros. Entre los primeros candidatos, todos ellos de nuestro entorno común, se encontraba Pika, el cual se autodescartó de inmediato al tener aerofobia. Lejos de no darle importancia, me dio bastante pena pensar en la cantidad de países que este tipo de personas no podrán ver en su vida, las culturas y costumbres que podrán consumir únicamente a través de Internet y demás medios de comunicación. Al rechazar la opción de ser sedado durante el vuelo grabó su nombre al ser el primer descarte de una lista de nombres que pudieron ser compañeros de aventuras y finalmente no lo serán.

Desde entonces hasta hace apenas un mes, todos los pasos dados en la organización de este viaje habían sido meras especulaciones. Tal vez haya sido en esa fecha que no sabría precisar de mediados de febrero cuando realmente vimos que esto iba en serio, que apostábamos todo a rojo y que ya no había marcha atrás. Lo primero que se reserva a la hora de hacer un viaje es el vuelo. Las agencias de viajes fueron descartadas en una tarde en la que recorrimos 8 negocios del centro de la ciudad y ninguno ofrecía un vuelo de ida y vuelta por debajo de los 800 €. Tras largas jornadas de comparar precios entre unos buscadores y otros mientras hacíamos quinielas sobre qué día nos saldría más barato pulsar el botón de reserva, finalmente una tarde de viernes, poco antes de marchar al bar a contar la buena nueva, un servidor finiquitó el primer escollo del camino. Charly puso la Visa Oro, el resto pusimos nuestra parte proporcional en metálico.

Con las vacaciones aseguradas por parte de los cinco durante el mes de agosto y con un plazo fijado en 25 días para hacer un viaje en condiciones, estuvimos buscando vuelos en una horquilla de plazos entre el 31 de julio y el 30 de agosto. Tras una ardua selección por parte de Luke de los mejores buscadores de la Red, conseguimos una oferta bastante buena teniendo en cuenta de estar en temporada altísima y que los precios están más altos que otros años. Los mejores buscadores de vuelos de la Red que hemos encontrado y que recomendamos personalmente son:

Terminal A, Vuelos Baratos, eDreams, Atrápalo, Rumbo, Expedia, Minube, Mirayvuela, Sky Scanner, Destinia, Viajar, MuchoViaje y Last Minute. A la hora de buscar un vuelo de alto coste, aconsejamos echar un vistazo en todos los buscadores, ya que algunos tienen acuerdos con unas compañías y no anuncian los vuelos de otras, por lo que el precio del vuelo más barato puede variar de manera notable entre un buscador y otro.

Por nuestra parte, sin hacer ascos a una escala que nos permitirá conocer el aeropuerto de Dublín en todo su esplendor, el viaje definitivo es el siguiente:

31 de Julio de 2010

Madrid – Dublín – Nueva York

Salida: Madrid a las 10:30 Llegada: Dublín a las 12:05

Salida: Dublín a las 17:00 Llegada: Nueva York a las 19:40

Compañía: Aer Lingus (Irlanda)


24 de Agosto de 2010

Nueva York – Dublín – Madrid

Salida: Nueva York a las 17:45 Llegada: Dublín a las 5:15 (día 25)

Salida: Dublín a las 6:20 Llegada: Madrid a las 9:55

Compañía: Aer Lingus

Total tarifa por persona + impuestos y cargos + seguro de viaje = 669’80 €

Una vez dado el primer paso, ya se empieza a otear el horizonte americano, todo parece más cercano y, a su vez, empiezan a surgir las prisas por tenerlo todo atado y bien atado. Quedan aún poco más de cuatro meses para partir y ayer saltaron las alarmas por parte de Charly y John en una reunión al advertir que nos podíamos quedar sin billetes para volar de Los Ángeles a Nueva York el día antes de nuestra partida si no los cogíamos ya. Claro, que en sus tiempos también advertían que el mileniarismo iba a llegar y mira en lo que se quedó la farsa…

Realidad vs. ficción: Literatura sobre la Ruta 66

Tenemos que reconocer que un porcentaje muy importante de la pasión por este viaje fue inculcado a través de los numerosos foros y blogs entorno a la Ruta 66 que inundan la Red, con lo que matamos dos pájaros de un tiro y despejamos la pregunta que la sociedad se hace a día de hoy: SÍ, Internet ha sido el precursor de la globalización a escala mundial y -bajo mi humilde punto de vista- tiene muchísimas más cosas buenas que malas. Estoy seguro de que sin la Wikipedia la mayoría tendría un nivel intelectual mucho más bajo, sin Facebook no habríamos vuelto a saber qué es de nuestros compañeros del cole (aunque alguno habría hecho mejor en no volver a aparecer), y sin Atrápalo un porcentaje muy importante de los españoles no habría salido de la comarca en la que reside en su **** vida.

Fue también gracias a Facebook que encontramos el que podríamos denominar nuestro libro de cabecera: Eterna Ruta 66. Obra original de Marie-Sophie Charles y Jean-Paul Naddeo, está traducido al castellano en Ediciones Timeo, y para el que suscribe estas líneas es la guía definitiva sobre la Mother Road. Que sí, que cuesta un pastón, que cuando me dijeron 21 € y vi el libro, me pregunté <<¿No está un poco sobrevalorado?>>; y es que es relativamente fino, pero es de tamaño cuaderno, y puedo decir que está plagado de cosas que no había encontrado en Internet. Podrá haber guías de Estados Unidos en toda su extensión, y bien gruesas, pero no he encontrado hasta ahora ninguna publicación temática acerca de la Ruta 66 tan completa como ésta. Y que conste que no trabajo para la editorial ni me pagan por esta publicidad; eso sí, se trata de una editorial pequeña y no sé si la tirada no ha sido muy grande, pero cuesta lo suyo hacerse con un ejemplar.

Cambiando de tercio aunque no de tema, hace mucho tiempo un muy buen amigo me recomendó una novela ambientada en la Ruta 66: En el camino, de Jack Kerouac, uno de los escritores más relevantes de la Beat Generation o Generación perdida (dudo que esa generación estuviese más perdida que la que se está generando ahora, los Ni-Ni o Ni-Ñatos) que refleja en parte de manera autobiográfica -bajo el pseudónimo de Sal Paradise- los viajes que hizo con sus amigos a lo largo de Los Estados Unidos durante su juventud, a finales de los años 40. Es el nítido espejo en el que se puede ver reflejada la gente que tiene ganas de vivir intensamente y que espera que el viaje de su vida siga su rumbo, aún sin estar éste establecido. Pero, sobre todo, refleja el sentimiento y el sentido por el que se realizan viajes de esta envergadura y por carreteras con tanta historia como la 66: Lo que importa no es el destino, la ciudad o el pueblo a visitar; lo que importa es realmente el camino, la metáfora de la vida, todo lo que te sucede en la carretera mientras estás viviendo; la velocidad con la que mucha gente entra y sale en tu vida, la importancia relativa que tienen todas las cosas para uno en su momento, las noches en las que todo vale, estar a gusto donde estás sin pensar en lo que has dejado o en lo que vendrá y sobre todo, saber que lo que estás haciendo es realmente lo que tú querías hacer. Junto con Las uvas de la ira, es el libro más representativo sobre esta ruta y sobre una generación que tan fielmente reflejada se vio en esas líneas.

De la Eterna Ruta 66 a En el camino, de la realidad a la ficción, dos perspectivas sobre un viaje que debería hacerse al menos una vez en la vida. Para saber lo que es sentirse libre, sentirse vivo, ver mucho y saber mucho. Un viaje que puede cambiar tu vida.

El principio del comienzo


Llegando un punto en esta vida en el que todo deja de ser nuevo para uno, se puede caer en el error de convertir tu existencia en un cuaderno donde siempre se escribe el mismo día una vez y otra vez. Para impedir que la vida se convierta en un devenir cuadriculado hay que tener, ante todo, ilusión por la misma. Proyectos y metas que hagan ver a uno que lo importante en esta vida no es estar vivo, sino vivirla.

Después de quitar el punto muerto a mi localización geográfica en 2006 y empezar a hacerme al cambio de marchas de erasmus en Roma, comprobé que la vida seguía más allá de donde alcanzaba mi vista y que quedarse quieto era algo así como vivir parando el tiempo.

Dispuesto a ampliar horizontes nace este blog como testigo directo de las andanzas que allá en el caluroso verano de 2010 correremos cinco amigos a lo largo de la geografía estadounidense. Faltan menos de cinco meses de un viaje cuya idea surgió hace apenas ocho meses, cuando en una noche calurosa en el Hard Pool Charly y yo decidimos que no nos podíamos volver a permitir pasar un verano más en Móstoles. Nos faltaban el dinero y las agallas de ponernos manos a la obra con un viaje de esta envergadura, pero lo fuimos ganando todo a base de una ardua búsqueda y mucho ahínco. John, Luke y Chusy se sumaron en el camino, y lo que pase desde hoy hasta el día en el que volvamos del Lejano Oeste intentaremos narrarlo en este soporte digital con la mayor celeridad posible. Porque sí, para compartir información y reflexiones contigo, por si estás leyendo esto que escribo y un día te pica a ti la idea de seguir nuestros pasos.

Arranquen motores.


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