Aunque el despertador sonaba insistentemente, no había manera de que me despertara esta mañana. Tal es así que Luke y Chusy tuvieron que subirme el desayuno a la habitación como en las estancias de lujo. Al cansancio acumulado se sumaba la pequeña tristeza de saber que ese día sería el último viaje con Perdigón, el último tramo de la Ruta y, en definitiva, el principio del final de este viaje que llevaba soñando desde hace años y que iba consumiéndose poco a poco.
Cuando todo va terminando te preguntas si merece la pena hacer una última colada con la ropa sucia o tirar con la poca limpia que te queda, si habrá que comprar un nuevo champú o tienes suficiente, si hay que sacar más dinero o si te falta algún recuerdo para alguien que te lo pidió. Eran las once de la mañana cuando marchamos del motel con un calor inédito tras dos días de frío en San Francisco.
El día no comprendió mayor aventura que un tramo de 700 kilómetros con un par de altos en el camino. El primero fue en San Luis Obispo para comer y darle de beber al Perdigón. A la hora de alquilar el coche, el tipo que nos atendió nos recomendó no echarle mucho el último día, ya que daba lo mismo si lo entregábamos con el tanque vacío, por lo que le echamos sólo 15 dólares. No sirvió de mucho, pues aún quedaba poco más de la mitad del trayecto y tuvimos que volver a echar la misma cantidad en Ventura. El segundo alto fue en Santa Barbara, pueblo famoso por la serie y que Luke creía que era el punto final de la Ruta 66 cuando éste se encontraba en Santa Monica, poco antes de llegar a Los Angeles. Habíamos venido por la Interestatal alejados de la costa, pero al salir de Santa Barbara lo hicimos por una secundaria. Ganamos unas vistas inmejorables del Océano Pacífico y una caravana de esas que hacen historia: casi 30 millas que nos hicieron recordar a nuestro querido Madrid en hora punta antes de volver a España.
Aquel incidente nos hizo descompasarnos de nuestros planes, que eran llegar a Santa Monica con toda la tarde por delante. A pesar de no tener numerosas paradas, el viaje comprendía la mayor parte del estado de California y costaba su tiempo llevarlo a cabo. Era de noche cuando por fin llegamos a la playa, y antes de ir al hotel, nos fuimos a buscar el final de la Ruta 66. Desde que empezamos la Ruta 66 camino a Saint Louis me pregunté cómo sería el final de esta carretera sin señales, si estaría abandonado su asfalto como en la mayoría de tramos de este viaje o, por el contrario, estaría mejor conservado al hallarse dentro de una gran ciudad. Mi sorpresa ha sido bastante grande al darme cuenta que la última media milla de la histórica 66 no es de asfalto, sino de madera, la del puerto de Santa Mónica. Allí, entre las luces de la feria y el gentío que pasa a su lado sin saber la mayoría qué es eso del 66 clavado en un palo. Abandonada a ojos de una gran parte de la sociedad, que ignora lo que ha supuesto esa ruta para el despegue económico de muchas familias del país que tuvieron que emigrar al Oeste en busca de la buenaventura, los últimos casos no hace ni cuatro décadas. No eran ni las nueve, pero ya era de noche y a nuestro alrededor sólo se oía el griterío y jolgorio de la chiquillería. Habíamos llegado por fin y nadie se había dado cuenta. Quisimos celebrarlo por todo lo alto, pero ese lugar significaba simbólicamente el final de nuestro gran viaje.
En el hotel nos esperaban Charly y John, que habían llegado el día antes tras su periplo en Las Vegas. El reencuentro fue bastante cálido y estuvimos contándonos nuestras peripecias desde la última vez que nos vimos cuatro días atrás. Pero al llegar a la habitación del motel, todos notamos la nostalgia que suponía que fuera la última habitación de motel en la que íbamos a dormir.
Parece que fue ayer la fiesta de despedida en Madrid, y es que el tiempo pasa realmente rápido cuando te lo pasas bien. Mañana nos espera la última jornada en Los Angeles antes de coger por la noche el avión a Nueva York. Será un día significativo, de esos que se recuerdan con el tiempo.
DATOS DE INTERÉS:
- Para llegar desde San Francisco hasta Los Angeles, viendo playas y paisajes marítimos, se debe ir por la Autopista 1 (Coastal Hway.1), que pasa por Santa Cruz, Santa María, Santa Mónica, Santa Cruz y Santa Catalina. Para ir a sitios como Long Beach y Palm Springs se debe ir una vez se llega a Los Angeles, pues está a esa altura.
3 comentarios:
Es una pena que tengais que volver por que la verdad que es la leche leer todas las peripecias a diario, si quereís llamo a vuestros jefes y les digo que llegaréis unos veintitantos días mas tarde al trabajo, así podeis volver como dios manda jajajaja
Un saludote a todos y os esperamos aqui con los brazos abiertos.
Habrá fiesta de bienvenida? esperemos que si y que sea en móstoles!!!
Que voy a hacer ahora sin vuestro blog!!!Lo llevo siguiendo desde que os fuisteis y ya es una parte mas de mi rutina diaria!!!jejeje.Aprovechar lo que os queda y seguro que hay fiesta de bienvenida!!!jajaja.Abrazos y saludos para todos.Chupy.
Joséeeee!! Me encanta leerte y, aunque no sea marcada en el mundo este de la derecha, desde Rumanía... pues eso...
No te nos pongas nostálgico!! Y que tengáis muy buen viaje de vuelta!! Hazme un hueco antes del día 5, a ver si ajustamos para vernos!!
Un beso muy fuerte, aventurero!! :)
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