Abstinencia



Hace unos días vi en la televisión la curiosa noticia de este chavalín que, con apenas seis años, comentaban que iba a mandar al muñeco de Michelín al paro gracias a la dieta que estaba siguiendo. Una inocente foto que le harían sus padres en una amena tarde de burger ha dado la vuelta al mundo a través de los medios de comunicación, que han cogido al pobre niño gordo para ilustrar sus noticias de obesidad infantil. Y no es que haya sido una o dos veces, sino que se le vio por primera vez en un diario turco en 2004 y, a partir de ahí, venga a cebarse con el crío: en Estados Unidos en 2005, en Italia en 2005, nuevamente en Italia en 2006, en México en 2007, en Reino Unido en 2008, en la India en 2009 y nosotros, para no quedarnos atrás, en 2010, aunque tal vez hayan visto el espacio que les dedicaron en Sé lo que hicísteis y han escogido otra víctima para ilustrar su noticia de obesidad infantil ¿Y el niño de la portada de Nirvana se quejaba de su aparición involuntaria? A este pobre gordito seis años después, en su sufrida preadolescencia, le deben estar dando collejas a diario en la escuela secundaria turca por haber permitido ser fotografiado mientras engullía un sanísimo Big Mac.Y luego dicen que los medios de comunicación tienen un impacto positivo en la sociedad de a pie.

Esta foto fue tomada en Turquía, pero perfectamente podría haber sido tomada en Estados Unidos. A nosotros nos aterra la idea de ser fotografiados por tierras americanas en una pose semejante a la de nuestro amigo y acabar saliendo en portadas de lo más variopintas, y es que estamos más que seguros de que en toda la Ruta 66 difícilmente vamos a poder escapar de la comida basura en nuestra dieta de a diario durante casi un mes. Es por ello que tenemos que prevenir antes de curar males mayores, por lo que desde el día de hoy, justo tres meses antes de nuestra partida, hasta el 31 de julio, nos vemos a privar de todos los placeres que nos ofrece la comida rápida. Pero lo que se dice toda toda: ni hamburguesas ni pizza ni kebab ni patatas fritas ni donuts y demás productos semejantes (que no llamo alimentos porque hacen de todo menos alimentar). Nos somos ni mucho menos asiduos a este tipo de establecimientos ni tenemos la Tarjeta Oro de Burger King por motivos de fidelidad, pero reconocemos que más de una vez han saciado nuestra hambre y salvado nuestra economía. Nadie se ha librado de tomarse un supermenú a precios proletarios, y ese mejunje secreto que le echan y al que se le han atribuido propiedades nutritivas nos ha hecho picar el anzuelo al menos una vez al mes. El día de hoy lo teníamos señalado en rojo en el calendario para celebrarlo con un desayuno-comida-merienda-cena basura ante lo que se aviene, pero las circunstancias de la vida han hecho que en el presente estemos trabajando los cuatro, por lo que se ha suspendido dicho festín. Son cosas que para otros hubiera supuesto todo un sacrificio, pero, por suerte, nosotros no pertenecemos a la generación Burger King y será una carencia sin importancia. Mientras que sólo sea abstinencia de comida basura...

¿Y si...?

Probablemente este 2010 será recordado a nivel social -entre otras cosas- por el año en el que erupcionó un volcán de nombre impronunciable donde Cristo perdió el móvil y Europa y América se quedaron a dos velas. La Madre Naturaleza (la madre que la parió) nos ha venido a recordar por enésima vez que, por mucha tecnología y avances científicos que tengamos en la actualidad, somos tan sumamente vulnerables que con un simple eructo suyo nos puede hacer temblar a todos si así lo desea.

Y claro, a uno le da por asomarse a la ventana desde Móstoles escuchando semejante accidente de la naturaleza y le entran los siete males al imaginar la magnitud de la nube viendo un cielo tan negro. Luego lo piensa y comprende que lo que está viendo es realmente la boina de Madrid que, por desgracia, cada vez se va extendiendo más acorde pasa el tiempo. No tardan en sucederse las noticias a través de Facebook: un colega de las prácticas ve cómo se esfuma con la nube su viaje de fin de semana a Londres, dos antiguos compañeros de la facultad están atrapados en Dinamarca sin saber cuándo van a volver, la novia de un amigo se queda sin su programa en intercambio en Alemania al suspenderse el mismo… vamos, un lío de tres mil pares de demonios que ha provocado la suspensión de más de 95.000 vuelos y una pérdidas multimillonarias sin precedentes en la historia de la aviación. Vamos, que Barajas parecía más el Rock in Río que un aeropuerto al uso, lleno hasta la bandera y la gente gritando al unísono.

Una semana después de la mascletá islandesa, las cosas parecen volver a la normalidad y las rutas aéreas funcionan casi al 100%. Un segundo volcán vecino amenaza con entrar en erupción y tal vez lo haga, o tal vez no, o tal vez vuelva a despertar en un futuro, próximo o lejano… Ante esta situación de pánico, desde el sillón de nuestras casas y frente al televisor, a nosotros nos asaltan las dudas ¿Y si pasa algo así en la mañana del 31 de julio? ¿Y si después de tantos preparativos e ilusión nos quedamos en tierra? ¿Y si la situación de emergencia se alarga y acabamos pasando las vacaciones de turismo en la T4? ¿Y si no volvemos a tener la posibilidad y disponibilidad conjunta de volver a hacer los Router Boys una aventura de semejantes características? ¿Y si…?


Colgados sobre ruedas


Aún recuerdo cuando, a principio de los 90, los canales privados se instalaron en mi casa. Hasta entonces, mi televisor Sharp 14" de 10 botones a la derecha de la pantalla, los tenía ocupados de esta manera: La 1, la 2, Telemadrid, la 1, la 2, Telemadrid, la 1, la 2, TeleMadrid, la 1. Es lo que tenía tener tantos botones y tan pocos canales, que uno prefería tenerlos sintonizados por si se estropeaba algún botón. Poco después aparecieron Antena 3 y Telecinco con cierto escepticismo por parte de la sociedad española ante lo “bueno” por conocer que se avecinaba. Veinte años después, y aceptando la novedad de otras dos privadas como son Cuatro y laSexta, de golpe y porrazo nos encasquetan otros veintipico canales de lo más variopinto (más en temática que en ideología) a través de la TDT. Ante ese aluvión de información y entretenimiento al que no está acostumbrado el sector del pueblo llano que no ha dispuesto nunca de una plataforma digital en su casa, surge un cacao mental que te atrofia las neuronas reservadas para pensar y uno prefiere seguir viendo los siete canales a los que está acostumbrado y cuya programación puede ver en la última página del 20minutos.

Me voy por los cerros de Úbeda y eso no siempre está bien, pero no sabía expresar con menos palabras que lo que echan en el resto de canales difícilmente lo sé ante la poca publicidad que se les otorga y la sensación de estar perdido que experimento cada vez que paso del canal quince de la parrilla. Por eso, cuando me enteré por Internet de que Neox estrenaba allá por diciembre del año pasado un road-documental acerca de la Ruta 66, me dije: Oye, pues puede estar bien, el sábado le echaré un vistazo. Llegó el sábado y se me pasó por completo. Al sábado siguiente, más de lo mismo, y así terminó el programa y no tuve noticias de esos tres colgados por tierras americanas.

Por suerte, pasado el tiempo lo colgaron en la web de Antena 3, cosa que no hicieron en un principio, así que me decidí a verlo. En cuanto a los personajes que emprenden la aventura, qué decir de ellos: Edu Soto, Canco Rodríguez e Iván Massagué. Hasta ahora no habían trabajado juntos, y la verdad es que han conectado a la perfección a juzgar por cómo se lo han pasado. He leído en algunos foros que se toman el viaje a cachondeo, que no hacen más que hacer el tonto y demás ¿se esperaba algo más de ellos? Para hacer un road-documental más serio cabría esperarse en la pantalla a José Antonio Labordeta y Miguel de la Quadra Salcedo, pero no sería lo mismo. Yo me he reído bastante, tienen sus puntos y han hecho el viaje para divertirse principalmente. Aparte, en la parte inferior de la pantalla aparecen continuamente mensajes informando de dónde se encuentran en ese momento e información relativa a la ciudad de turno, la carretera o las costumbres norteamericanas. Uno de los peros que encuentro yo al programa es que es demasiado corto. A un viaje como la Ruta 66 se le puede sacar muchísimo más jugo como para hacer algo más que cuatro programas de media hora, que es el producto final que han obtenido. Tal vez trabajando un poco más sobre todos los puntos que hay en la carretera hubieran tenido para, por lo menos, diez programas (¡que son 4.000 kilómetros, hombre!), e incluso podrían haber probado suerte en la cadena principal, Antena 3. Bajo mi punto de vista, habrían tenido una audiencia aceptable.

Nosotros, por nuestra parte, teníamos la idea de grabar todo lo que nos pasara en esta singular andanza y hacer una especie de documental de lo vivido antes de saber de la existencia de este programa. Si todo sale bien y somos consistentes, tiempo después de volver haremos nuestros pinitos con el Adobe Premiere y lo colgaremos todo en Ruta 66 TV, nuestro canal de TV en Internet –en pruebas de emisión hoy día-, aunque en esta vida nada es seguro al 100%, y nosotros somos caballeros de palabra y la damos únicamente cuando estamos seguros de cumplir lo prometido.

Cosas imprescindibles para llevar: Adaptador universal eléctrico


Vale que los estadounidenses y los españoles pertenezcamos a dos culturas completamente distintas y eso te enriquece personalmente, que es lo que mola de hacer un viaje a Chicago en vez de hacerlo a Alcobendas por poner un ejemplo, pero es que tienes que cambiar por completo tu forma de calcular las cosas en ABSOLUTAMENTE todos los campos de medición. A la hora de emprender el viaje no puedes pensar en kilómetros, sino en millas; para saber el tiempo que va a hacer no puede medirlo en grados Celsius, sino en Farenheit; cuando vayas a echar gasolina tendrás que saber cuántos litros son un galón; no hay metros, sino yardas, y así podría estar tres párrafos seguidos escribiendo sobre cosas a las que nos tendremos que acostumbrar durante el viaje. Quizás el cambio que más nos gusta es el del Euro al Dólar, por eso de que sigue ganando por goleada al cambio, aunque sea notablemente menos que hace un año o dos (1€ = 1,34$ a día de hoy) será un alivio para nuestros bolsillos.

Pero uno de los cambios que hay que tener en cuenta a la hora de viajar a los Estados Unidos es que los cabezales de los enchufes son completamente distintos a los que utilizamos en Europa occidental (exceptuando a los british, más raros y enrevesados aún si cabe). Por ello, si no queremos quedarnos fuera de onda en el móvil o sin poder recargar las baterías de la cámara digital y el PC entre otros artilugios tendremos que comprar un adaptador eléctrico universal. Existen adaptadores únicamente para las entradas de Norteamérica y ciertos países de Sudamérica, pero yo, personalmente, recomiendo adquirir este modelo por si surgen otros viajes por el mundo:
Su valor en ferreterías y tiendas de electrónica ronda entre los 11 y los 14 €, dependiendo del modelo que se adquiera, e incluye los cinco tipos de enchufes y las variantes adaptables que existen en todo el mundo:

Con un adaptador universal de este tipo y configurando los productos para el cambio de corriente (hay que tener en cuenta que en España la corriente eléctrica va a 220v-50hz, mientras que en Estados Unidos va a 120v-60hz) tendremos un problema resuelto que nos podría chafar varios puntos importantes del viaje de no tenerlo en cuenta. Las ganas que tengo de ver el típico enchufe en forma de carita...


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